Contrastando los datos de las observaciones vía satélite realizadas por la NASA y las mediciones de los niveles de cloro en la atmósfera, los investigadores han demostrado que la disminución de este elemento, presente en los llamados clorofluorocarbonatos (CFC Website), prohibidos en la Unión Europea desde 1996, ha provocado una reducción de un 20% en el deterioro de la capa de ozono durante el invierno antártico.
El ozono estratosférico protege la vida en el planeta mediante la absorción de la radiación ultravioleta potencialmente dañina que puede causar cáncer de piel y cataratas, afectar a nuestro sistema inmunológico o dañar la vida de las plantas.
Dos años después del descubrimiento del agujero de la capa de ozono en la Antártida en 1985, las naciones del mundo firmaron el Protocolo de Montreal, el cual regulaba el uso de compuestos que agotan la capa de la atmósfera donde predomina el ozono.
Los científicos auguran que el agujero de ozono antártico debería continuar recuperándose gradualmente a medida que los CFC desaparezcan de la atmósfera, pero la recuperación completa llevará décadas, ya que estos compuestos tienen una vida útil de 50 a 100 años. De acuerdo con las declaraciones de técnicos de la NASA, en lo que respecta al agujero de ozono, éste podría desvanecerse entre 2060 o 2080. Y aun así, puede que nunca desaparezca del todo.
El dato sin duda es positivo, pero una vez más pone en valor el compromiso medioambiental de empresas y ciudadanos. No debemos perder de vista que el uso eficiente de recursos y las buenas prácticas medioambientales son una responsabilidad común.
Fuente: National Geographic.